viernes, 28 de septiembre de 2007

NUEVA DERROTA DEL GOBIERNO

Por Gustavo Espinoza M
El pasado domingo 16 de septiembre el gobierno del señor García Pérez sufrió una nueva derrota política. Se la asestaron los Comuneros de los comuneros de Piura y más precisamente los de Ayabaca, Pacaypampa y Carmen de la Frontera quienes dijeron un categórico NO en la consulta en torno a la instalación de la empresa minera Majaz en la región, como el gobierno lo venía auspiciando.
Es verdad que la consulta no tuvo carácter vinculante, que no fue organizada tampoco por la estructura del Estado y que el Poder Ejecutivo tomó distancia de ella advertido -como estaba- que culminaría con una clara decisión popular adversa a los planes del oficialismo.
Ahora, que eso ha ocurrido, los analistas se preguntan si el Mandatario y sus allegados tendrán la suficiente serenidad para extraer las lecciones de la experiencia, y entender que nada se puede hacer contra la voluntad de la población.
Pero, además, que para explotar las minas no bastan los requisitos formales y técnicos correspondientes, sino también la llamada Licencia Social, es decir, la anuencia de las poblaciones que habitan la zona en disputa, y que no permitirán nunca la contaminación ambiental en una tierra en la que vivieron siempre y en la que habitarán sus hijos y sus nietos.
La propaganda del régimen se orientó, desde un inicio, a persuadir a la población asegurando que, al ser el Perú un país eminentemente minero, la explotación de ricos yacimientos traería bonanza y prosperidad. Nada más falso. Objetivamente, las regiones más pobres de nuestro país son precisamente las que pueden mostrar los yacimientos más ricos en oro, plata, cobre y otras materias primas que desaparecen pronto dejando apenas huecos en la tierra.
Si en Lima, por ejemplo, el nivel de la pobreza alcanza un 48% de la población, en Cerro de Pasco –una región minera, riquísima en todos sus extremos- llega al 83%; en tanto que en Huancavelica -la zona minera más productiva- se sitúa en un 78%. Incluso en Tacna y Moquegua, donde la Souther Cooper Corporation explota los yacimientos de cobre más ricos del Perú - Toquepala y Cuajone-; el 61% de la Población se sitúa bajo el límite de la pobreza y el 14% vive en condiciones de Pobreza Extrema.
En contrapartida, las utilidades de las empresas mineras son insuperables. Sólo el año pasado, sobrepasaron los 10 mil 200 millones de dólares, que no estuvieron sometidos siquiera a cargas tributarias significativas.Los argumentos de la población, sin embargo, no se entretuvieron en las cifras de ganancia de las empresas, o de miseria de las poblaciones. Lo central del debate estuvo signado por el difundido temor ciudadano a la contaminación ambiental.
Y es que las empresas mineras que operan en nuestro país son altamente depredadoras y sus relaves afectan y contaminan severamente a las poblaciones. Un índice de eso se tiene, por cierto en La Oroya donde se halla situada la fundición más alta del mundo. Allí, después de más de ochenta años de operaciones del sector, se ha comprobado que el 96% de los niños menores de once años, tienen los pulmones atravesados con plomo.
Eso, no lo perciben los consorcios mineros. O, en todo caso, no les importa. Usan productos tóxicos en gran escala, empeñados como están en extraer en el menor tiempo posible la mayor riqueza que lograran arrancar de la tierra.
Un ejemplo claro se tiene con el oro.Cuando recientemente una convención de empresarios auríferos recibió un informe altamente técnico y confidencial respecto al número de años que se requeriría para extraer el total del oro existente en el subsuelo peruano; presentó un proyecto alternativo para hacerlo en un tiempo diez veces menor, empleado para el efecto, dosis de mercurio incompatibles con la ecología. Disminuyó entonces de 200 años a 20 el tiempo de operación previsto, obteniendo para ese efecto, el aval del gobierno del Presidente Toledo en el año 2005.
Ni las empresas ni las autoridades tuvieron reparo en conceder esa explotación desmedida no obstante que el mercurio usado envenena el agua y los pastor que consume el ganado que produce la leche que alimenta a los humanos, o que los envenena, según sea el caso.
Los comuneros no pensaron en dinero, sino en vida, siguiendo una lógica que la clase dominante detesta porque la vida no le importa, sino tan sólo los millones que puede obtener expoliando las riquezas naturales y oprimiendo a las grandes mayorías. Ahí está el detalle