jueves, 19 de agosto de 2010

SUSANA Y PATRIA ROJA

Por Manuel Guerra

Tiempo atrás, cuando se establecieron conversaciones entre el PNP y algunos partidos de la izquierda con el propósito de articular un frente electoral unitario, la derecha dio el grito en el cielo, y de inmediato se puso a conspirar para impedir que cristalizara esa posibilidad. Su estrategia estuvo orientada a meterle miedo a Ollanta Humala, haciéndole saber que más le valía estar aliado con el diablo que con Patria Roja. Un titular de Correo, craneado por el inefable Aldo M, resumió en qué consistía el manejo inquisitorial de la derecha: PATRIA ROJA MAS OLLANTA HUMALA, IGUAL DINAMITA. Y sobre esta “idea fuerza” se realizó una ofensiva en toda regla, deslizando el mensaje que la izquierda no aportaba, ni sumaba nada al candidato nacionalista, y que más le valía sacudirse de tan incómoda compañía.

Contrariamente a lo esperado Ollanta arrugó y se colocó a la defensiva. Más temprano que tarde salió a negar públicamente lo que había afirmado en privado, y aseguró que de ninguna manera estaba en sus planes aliarse con Patria Roja y que él no era de izquierda, sino nacionalista, y que todos los que quisieran podían sumarse a su proyecto, pero que de alianzas, nones. Corolario de todo esto fue la fragmentación de las fuerzas antineoliberales en el proceso electoral municipal y regional, frustrando la expectativa de muchos sectores del interior del país que tenían avanzados sus compromisos unitarios, y que a la hora de firmar los acuerdos se dieron con la sorpresa que la dirección del PNP simplemente desautorizaba a sus bases y se negaba a refrendar los compromisos.

La decisión de diversas fuerzas sociales y políticas de dar la batalla por Lima, es decir disputarle este escenario a la derecha y romper la falsa polarización que se estaba construyendo entre Lourdes Flores y Alex Kouri, es enteramente justa y correcta. Las circunstancias han colocado a Susana Villarán a la cabeza de esta confluencia, y su liderazgo está jugando un papel importante para articular y acrecentar este espacio, darle confianza a la gente que la unidad es posible, y también la esperanza que las cosas pueden cambiar para mejor.

En circunstancias que crece la intención de voto por Susana, la derecha nuevamente se ha dedicado a lanzar un fuego nutrido para impedir que su candidatura alcance un nivel de protagonismo y petardear la unidad alcanzada, recurriendo otra vez al manoseado sambenito de usar a Patria Roja como cuco, pretendiendo que somos una suerte de apestados o leprosos políticos, con los que no conviene tener ningún trato. Pero a diferencia del candidato nacionalista, Susana no ha caído en el chantaje macartista, no se asusta, ni niega, ni reniega de sus aliados, y eso dice mucho de ella en un país donde los políticos no se caracterizan precisamente por sus lealtades.

Desde la izquierda hay también quienes presionan contra el entendimiento con Susana. Y sacan a relucir que es una socialdemócrata, que es anticastrista y antichavista. ¿Cómo es posible que Patria Roja se alíe con gente así? Hay que responder que ya bastante daño sufrió en el pasado la izquierda peruana, cuando puso como línea divisoria sus simpatías o antipatías con experiencias extranjeras. Ser internacionalistas es una cosa, y nadie puede reprochar a Patria Roja inconsecuencia en este tema; colocar lo internacional como base de nuestro programa concreto, y a partir de ello definir la política de alianzas, es otra muy distinta, con la que no estamos en absoluto de acuerdo.

Pero además ¿Quién ha dicho que la unidad se hace solamente entre los iguales? Si seríamos iguales estaríamos todos en un partido, ya no habría necesidad de frente único. El Frente se organiza entre fuerzas diferentes que coinciden en una plataforma o programa, no con los que coinciden en el cien por ciento. Ya Mariátegui señalaba que “el frente único no anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina única”. Asimismo, en la izquierda estamos aprendiendo a unirnos a partir de lo que coincidimos y no a partir de lo que nos diferencia. Las diferencias las iremos trabajando paso a paso, con criterios fundamentalmente políticos y no ideológicos.

Estamos por la más amplia unidad de los sectores de izquierda, patrióticos, progresistas, democráticos que aspiran a un nuevo Perú. La base de esta unidad no puede ser sino un proyecto de país, que a nuestro juicio tiene cuatro elementos básicos: Nueva república, Nueva Constitución, Proyecto Nacional y Gobierno democrático, patriótico, de regeneración moral y ancha base social. En torno a este objetivo caben muchas fuerzas políticas, sociales, culturales, religiosas, étnicas, empresariales, ecologistas, de género, juveniles. Si coincidimos en un proyecto de país, o más concretamente, en un proyecto para Lima, ¿Por qué no puede unirse Susana Villarán con Patria Roja, y viceversa?

18.08.2010

Partido Comunista del Perú
Patria Roja

miércoles, 11 de agosto de 2010

GAS: LO QUE ESTÁ EN JUEGO

Por: Manuel Guerra

Es sabido el fracaso histórico de las clases dominantes peruanas para construir la nación, encaminar el país al desarrollo y garantizar el bienestar de las grandes mayorías. Sin capacidad para erigirse en clases dirigentes, se han supeditado al capital foráneo, convirtiéndose en sus intermediarios y viviendo de sus migajas; sin entender al Perú, al complejo entramado de su historia y las clases y sectores sociales que accionan en el territorio, se han refugiado en el estrecho círculo de sus intereses de clase, excluyendo a las grandes mayorías; sin Proyecto Nacional ni políticas de Estado a largo plazo, los gobiernos de turno se han movido en la coyuntura, desaprovechando las oportunidades de acumulación interna para potenciar el aparato productivo.

El segundo gobierno de García no escapa a esta lógica en la que se han movido las clases dominantes a lo largo de la república, con el agravante que con el modelo neoliberal (del que se ha convertido es su voluntarioso implementador), el saqueo de los recursos naturales, el entreguismo al capital extranjero, la destrucción del aparato productivo, alcanzan niveles de desastre, comprometiendo incluso nuestro futuro como un país con capacidad para afrontar los enormes retos que nos plantea el presente siglo.

En realidad García no ha hecho más que continuar con la política que abrazaron Fujimori y Toledo, cuya viga maestra es el saqueo de nuestros recursos naturales en beneficio de las empresas transnacionales. Es decir el reforzamiento del esquema primario exportador de nuestra economía para cubrir la demanda de los países desarrollados, actividad en la que lucran los grandes monopolios. Ya sucedió con la minería, con el petróleo, con el caucho, el güano, la harina de pescado, y ahora sucede con el gas, cuyos contratos firmados en los tres últimos gobiernos favorecen ampliamente a consorcios extranjeros.

El tratamiento que se le da a la explotación del gas no difiere para nada del entreguismo del que se ha hecho gala con los recursos del país. Lo grave es que con ello se renuncia a garantizar la autonomía y soberanía energética, en un contexto mundial donde las fuentes de energía son cada vez más escasas y vitales para la supervivencia y el desarrollo de las naciones.

Se pierde así una gran oportunidad de aprovechamiento de este recurso para su transformación mediante plantas petroquímicas, potenciar las industrias y garantizar el consumo doméstico. Este es el problema de fondo con el gas de Camisea, que más allá de los intereses locales o regionales, afecta al conjunto del país, y compromete su futuro.

La política energética que corresponde al Proyecto Nacional, teniendo en cuenta las potencialidades y necesidades del país, tal es el tema a discutir, proponer y defender por quienes levantamos las banderas del cambio. El problema no se reduce entonces al precio que se vende el producto, a las regalías, o al canon con que se beneficia la región donde se encuentran las reservas. En este marco la defensa del gas es un asunto que compromete a todos los peruanos que aspiramos a un nuevo rumbo para nuestra patria. No nos dejemos atrapar por el manejo con que la derecha y su gobierno pretenden encasillar la lucha de los pueblos de Quillabamba y Echarate, es decir abordar los temas colaterales, dando concesiones parciales u optando por la represión a la que se quiere justificar recurriendo al manido sambenito de violentistas, terroristas, chavistas, contra quienes no comulgan con su entreguismo.