viernes, 28 de septiembre de 2007

FUJIMORI, UNO DE LOS CRIMINALES MAYORES DE AMÉRICA LATINA

Por J. Yovera
En nuestro continente, los criminales pertrechados en el poder del Estado no son una ficción de la literatura. Los Estrada Cabrera* de carne y hueso, han abundado, por desgracia, en América cobriza.

Los caciques presidenciales y sus séquitos tuvieron décadas de omnipresencia; violaron cuerpos, almas, derechos, sueños, vidas, esperanzas. Sus crímenes no fueron solamente consecuencia de personalidades torcidas, fue también consecuencia de intereses económicos y de hegemonía de modelo y de sistema.

Los dictadores y sus cortes sanguinarias cometieron sus fechorías en defensa de un orden que les ofreció vigencia más allá de todo plazo; lo que, a su vez, los llevó a una fijación maniquea: hacer perdurables sus reptiles existencias.

En Chile, el siniestro Pinochet se fue de este mundo sin recibir sanción alguna por los 3,400 * asesinados y desaparecidos que causó su peste golpista. Su “orden” y “progreso” se impuso sobre un cimiento de cadáveres y sobre la marginalidad de los sectores populares.

En Argentina, el pervertido Videla fue puesto en evidencia por una Comisión de la Verdad que presidió Ernesto Sábato, hombre probo, unido por su pluma y sus principios a la dignidad de su pueblo. La mente perversa de Videla, obnubilada por los gritos y la sangre de aproximadamente 9,000 asesinados, sólo atinó a decir que exterminaba a sus víctimas porque había que salvar a su país del comunismo. En algún lugar debe andar este sujeto, arrastrando su propio cadáver y ejecutando aún en sus desvaríos a gente inocente.

En Perú, entre 1980 – 2000 hubo 70,000 muertos, consecuencia de una guerra que convirtió al pueblo en víctima, de un lado, de militares convertidos en buitres, sacándole las entrañas al pueblo; ello para deshonra de hombres con fibra de heroicidad y nobleza, como Grau y Cáceres; de otro, de un sendero que desató el terror, con el agravante que decía ser marxista, cuando, en verdad, era la negación de él.

De ello se aprovechan los partidarios del fujimorismo para justificar al reo de origen japonés. No puede ser otra la conducta de quienes se enriquecieron con la imposición de un modelo que ha sido mejor de los festines que jamás tuvieron.

También lo justifican los otros, los pobres diablos, que sintieron que entraban al paraíso cuando caminaron por primera vez a la salita del SIN, donde Montesinos, el diabólico titiritero, les imponía su voluntad y los convertía en simples piezas de su estrategia delictiva.

El pueblo no dopado por la escoria y aire fétido de la corrupción, espera sanción ejemplar a los criminales que han cometido delitos de lesa humanidad.

Fujimori tiene que responder por sus actos; por la vida de miles de peruanos; por la corrupción oceánica que implementó; por el saqueo de nuestros recursos naturales.

La lista de sus crímenes es larga y ojala que su vida no sea corta para que pueda pagar buena parte del daño que ha causado.

* Dictador de Guatemala, figura que inspiró a Miguel Angel Asturias, en su novela “El señor presidente”.
* Datos de las Comisiones de la Verdad de Argentina y Perú.