viernes, 16 de noviembre de 2007

Alan vende la Patria al mejor Postor

LA SUBASTA DEL PERRO FALDERO
Por Manuel Guerra
Esgrimiendo la infeliz comparación de “perro del hortelano” para referirse a quienes defendemos los recursos del país, el Presidente García pretende ahora subastar al Perú entero, profundizando el esquema primario exportador de nuestra economía.
La oferta va destinada a los inversionistas extranjeros, quienes, de prosperar el desenfreno vendepatria, se convertirán en propietarios de los bosques amazónicos, los recursos hídricos, las playas del litoral, las tierras de cultivo de la sierra, los recursos mineros y energéticos. Por supuesto que primero hay que despojar de su propiedad a las comunidades nativas y campesinas y poner contra la pared a los defensores del medio ambiente y a quienes postulamos un desarrollo independiente para el país.

Cuando el Sr. García señala que “esa es la apuesta del futuro, y lo único que nos hará progresar”, y que “eso tienen que hacerlo grandes capitales privados o internacionales que necesitan una seguridad de muy largo plazo para invertir miles de millones y para poder recuperar sus inversiones”, en realidad asume el viejo concepto de “desarrollo” que las clases dominantes han echado a andar a lo largo de la república: la exportación (saqueo) de las materias primas teniendo como base el concurso del capital extranjero en condiciones de subordinación. Lo nuevo es que esta vez el entreguismo pretende llevarse hasta sus últimas consecuencias, al amparo de la ofensiva ideológica neoliberal, que actúa como aplanadora para allanar el camino a la voracidad de las transnacionales.

Artificiosamente el Sr. García pretende responsabilizar del atraso del país a los comunistas, proteccionistas y medioambientalistas (que para él son la misma cosa), quienes, según sus palabras, se han opuesto siempre al capitalismo y al desarrollo nacional. Olvida el Sr. García que las clases dominantes desde los albores de la república demostraron no tener ni idea de lo que significa un proyecto nacional, que se mostraron incapaces de unificar e integrar al país, que se volvieron intermediarias obsecuentes del capital foráneo en lugar de promover un desarrollo independiente, y que ese capital se ubicó allí donde maximizaba sus ganancias, generalmente en las actividades extractivas y algunos enclaves, configurándose de este modo una economía atrasada, el asfixiante centralismo, y un Estado, ineficaz y corrupto, condenando a las grandes mayorías a la exclusión, la pobreza y el abandono. Este complejo desenvolvimiento del Perú contemporáneo, queda reducido a la nada por obra y gracia del facilismo con que el Sr. García trata a la historia y deforma la realidad para beneplácito de sus nuevos aliados.

Frente a la crisis agraria y la pobreza campesina el Sr. García señala que es incorrecto que el Estado se preocupe por otorgar créditos, asesorar la producción y el comercio o facilitar con fertilizantes, menos aun asumir medidas proteccionistas. La solución definitiva, según su propuesta, es una nueva reconcentración de la propiedad, es decir el latifundio redivivo.

Los avances tecnológicos para una explotación minera sin contaminación. Sería perfecto si junto a ello se dispondría el cambio de la legislación minera que permita un efectivo control sobre las empresas, no solo sobre en lo que protección al medio ambiente se refiere, sino también para eliminar las sobreganancias, regalías y exoneraciones tributarias con que actualmente cuentan; además de permitir la opinión de las poblaciones afectadas. Pero en la propuesta del Sr. García esto es una herejía. Porque el ceño fruncido y las poses de sastrecillo valiente que acostumbra cuando se dirige a los peruanos se convierten en sonrisa sumisa cuando se trata de las grandes empresas. Parece que el Sr. García no se ha dado una vuelta por La Oroya, uno de los lugares más contaminados del planeta, donde la empresa Doe Run goza de absoluta impunidad, o que desconoce el problema generado por Minera Yanacocha, permanentemente enfrentada a la población cajamarquina debido a la contaminación de sus aguas y tierras de cultivo, o que acepta de buen grado lo que hace Telefónica, empresa rapaz que esquilma permanentemente los bolsillos de los usuarios. ¿Por qué no empieza el Presidente a poner orden para acabar con esos abusos?

En su declaración de principios el Sr. García da vueltas una y otra vez a los mismos argumentos, como el perro amarrado a una estaca: solo vendiendo y enajenando el país a los grandes inversores alcanzaremos el desarrollo, mientras el Estado queda eximido de todas sus responsabilidades sociales. Y quienes no compartimos su vocación de mercachifle nos convertimos en poco menos que traidores a la patria.

Resulta simbólico que el Sr. García haya escogido a El Comercio, diario archienemigo del APRA primigenia, para dar cuenta de su conversión sin reservas al catecismo neoliberal. Lo positivo de todo esto es que haciendo a un lado la demagogia electoral, haya puesto su pensamiento al desnudo y se muestre tal cual es. A ello sin duda lo han obligado las presiones de los poderes fácticos, pero también el desarrollo del movimiento social que exige cambios. En este escenario que se polariza no hay lugar para medias tintas.

Cambio o continuismo es la contradicción que aflora en el Perú de hoy. García y la derecha representan el anclaje a una economía primario exportadora y el vasallaje a las transnacionales que saquean nuestros recursos, con sus secuelas de exclusión y autoritarismo. Quienes nos inscribimos en el cambio lo hacemos desde una posición de defensa de los intereses del país y de las grandes mayorías. Postulamos que las diversas potencialidades del país se articulen en un Proyecto Nacional de desarrollo independiente, basándonos en nuestras fuerzas y recursos, donde el capital extranjero juegue un papel suplementario y en condiciones ventajosas para el país; donde la educación, la ciencia y la tecnología se conviertan en pilares del desarrollo y permitan darle valor agregado a nuestros productos y se supere el esquema primario exportador; donde las actividades extractivas y el crecimiento de la industria guarden equilibrio con la preservación del medio ambiente; donde el centralismo dé paso al desarrollo de las regiones; donde se preserve y se potencie nuestro legado cultural, integrando a la diversidad que somos; donde el crecimiento económico esté orientado a satisfacer las necesidades de la población. Esta visión de desarrollo solo será posible con un Estado fuerte, que se apoye en la participación democrática de la población y que garantice la soberanía nacional y la integridad de nuestro territorio.

Y como el Sr. García nos acusa de no precisar con qué dinero se puede financiar un modelo de desarrollo independiente, le respondemos que podría empezar por evitar la fuga de capitales (alrededor de 3,200 millones de dólares anuales que las empresas extranjeras remiten al exterior por concepto de utilidades); detener la sangría a nuestra economía que significan los más de 8,000 millones de soles que salen del país por concepto de pago de la una deuda externa injusta e inmoral; controlar el manejo de los ahorros de los peruanos en manos de las AFP, que actualmente sirven para el financiamiento de los monopolios económicos; propiciar una reforma tributaria para que paguen más los que más tienen (impuestos directos), en lugar de cargar el peso de las contribuciones a los sectores de menores ingresos vía impuestos indirectos, como hoy sucede. No postulamos a la autarquía, pero la integración a la economía mundial no debe servir de pretexto para que se lesione la soberanía del país, ni para que se permita el saqueo de nuestros recursos, ni para que se alimente la voracidad de las transnacionales mientras nuestro pueblo sufre hambre y exclusión.

Esto no es demagogia Sr. García, es la aspiración de un pueblo cansado del atraso y la opresión, obra de esas clases dominantes a quienes usted hoy defiende y mueve alegremente la colita.

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