lunes, 6 de abril de 2009

EL AÑO DEL BUEY

Por: cc. Raúl
Militante del círculo de la JotaCé "Javier Heraud" - Piura

Los compatriotas del camarada Mao, orientales al fin, han denominado así este 2009; un año, para ellos, donde la tierra se ubicará “flotando encima del agua”, sugiriendo una solidez externa, pero en el cual “tal tierra flotante será débil y la estabilidad parecerá frágil”.

Al parecer, los chinos están muy atentos a lo que sucede en el mundo. Han expresado metafóricamente lo que significa este 2009: un año de tensiones mundiales, con la repetición de la cíclica crisis del capitalismo, ahondada aún más y extendida más planetariamente, con un Imperio hegemónico al que ya no le es tan fácil controlar el mundo; un año por supuesto también de tensiones en América Latina, donde los gobiernos populares, con Cuba a la cabeza, avanzan en bloque hacia su liberación y los pueblos del resto de naciones empiezan a forjar la alternativa antiimperialista; en fin, un año de tensiones para el Perú, con una derecha puesta los pelos de punta ante la posibilidad de una victoria popular en las elecciones venideras, y de otro lado, con un movimiento social y popular aún fragmentado, en camino hacia su unidad pero todavía insuficiente y sin la claridad necesaria. No es este, entonces, un año cualquiera.

En este escenario de creciente inestabilidad, en este campo de batalla planetario, continental y nacional es que iniciamos la etapa congresal. El VIII congreso de nuestro Partido ya dio su inicio y, a la par, el II congreso de la Juventud Comunista. No es difícil entender entonces la importancia de estos sucesos para nuestras organizaciones.

Las nuevas condiciones de la lucha de clases, las nuevas posibilidades estratégicas para el proletariado y su Partido, el avance logrado hasta aquí y por supuesto las deficiencias arrastradas, exigen un salto cualitativo de nuestra organización. Hoy más que nunca, en estos últimos veinte años, se abren posibilidades enormes para la forja de una alternativa popular y por qué no, socialista. Este congreso, tanto el del Partido como el de la Jota, debe asegurar el salto adelante que necesitamos, corregir sin vacilaciones las plagas que subsisten al interior, eliminar los frenos que nos impiden avanzar hacia el Partido Revolucionario de Masas. Pero también, debe ser un congreso que multiplique y profundice nuestro programa, que vea con mayor claridad cuánto es que podemos avanzar en este nuevo período que se abre y cómo nuestras decisiones, políticas y normas organizativas deben ajustarse a estas nuevas condiciones. Nuevas luces aparecerán, definitivamente.

En este proceso, la Juventud Comunista no puede quedarse rezagada. Su congreso es, por lo expuesto anteriormente, de clave importancia estratégica. Mal haría el Partido, sus comités y su militancia y peor aún los jóvenes comunistas en considerar este evento como de añadidura o de adorno al gran evento congresal del Partido. El salto cualitativo que debemos dar también implica que nuestra organización juvenil de pre militancia avance a su posicionamiento en el seno de las masas juveniles como organización de vanguardia; también la juventud comunista debe hacerse Partido Revolucionario de Masas. Hemos avanzado mucho, sobre todo en el reflotamiento del movimiento estudiantil. Necesitamos mucho más.

Este Congreso no debe ser tomado a la ligera, ni mucho menos, muy por el contrario su cabal desarrollo asegurará una correcta sistematización de lo actuado, un afianzamiento de su militancia en el marxismo leninismo, en su adherencia al Partido y por supuesto avanzar en la definición de mejores políticas para la juventud. Asegurar esto, nos ubicará en mejores condiciones para hacer de la juventud, un pilar fundamental del movimiento social y revolucionario.
La juventud, camaradas, no es un adorno. No se crea Juventud Comunista para sentirse satisfechos y decir sí, los jóvenes tienen un lugar. Se hace, se construye Juventud Comunista porque es estratégicamente importante tener a los jóvenes del lado del pueblo, tener sus energías y canalizarlas por la revolución, preparar en su seno, los futuros dirigentes del Partido y del Estado; en fin, prepararlos para la toma del poder.

Hasta aquí pudiera entenderse al Partido y la Juventud Comunista como algo abstracto, por encima de nosotros, simples militantes. ¡Mentira! El Partido somos todos camaradas. En el Congreso debemos participar todos los militantes y pre militantes. Los días centrales deberán ser sólo la culminación y la síntesis de un largo período de estudio e investigación, de debates y críticas, de profunda autocrítica también y sobre todo de lucha de masas. Mayor intensidad a nuestra lucha política, mayor acumulación, más política de cara a las masas. Sólo así nuestro Congreso no será una reunión de cuatro paredes, sino la esencia de una organización revolucionaria en reflexión para continuar su camino.

¿Qué hacer? Los jóvenes comunistas, poner en primer plano nuestro II Congreso como eslabón clave del VIII Congreso del Partido. Ello exige iniciar el estudio del marxismo leninismo para la lucha de clases de hoy, el estudio de nuestros documentos, de nuestra estrategia y táctica, y por supuesto también de nuestros errores. Exige también, mayor intensidad en el trabajo con las masas, mayores sacrificios para hacerlas avanzar. Eso es el Congreso. Sistematización teórica e intensificación de la práctica revolucionaria.

El salto cualitativo del que hablamos, no será posible sin preparar el salto cualitativo en el terreno práctico. Atención prioritaria al problema de los cuadros, reclama el XX pleno de nuestro Comité Central. No falta razón para ello. Hoy por hoy, la juventud comunista adolece de falta de cuadros en todos los terrenos: político, organizativo, de masas, técnicos, etc. Esa falta de cuadros, si bien comprensible, no puede permanecer así. Ello implica, definir, desde la juventud una adecuada política de cuadros. No es lo mismo querer forjar cuadros entre militantes nacidos del ochenta para abajo, que entre nuestra generación, crecida bajo la sombra del neoliberalismo y el retroceso del campo socialista. Pero el problema de los cuadros no puede resolverse de arriba abajo solamente. No podemos asumir la actitud de “ah, el Partido (como si fuera un dios), la Jota deben definir esa política y cómo va a ser con los cuadros, nosotros nomás nos adherimos”; eso no es ser comunista. Nosotros, los premilitantes debemos aspirar a ser cuadros de la juventud y para ello se requiere no sólo la voluntad, ni el puro deseo, sino el máximo esfuerzo en el estudio de nuestra ideología, de nuestros principios, de nuestro programa y estrategia, y así como su estudio bregar por su aplicación en nuestro centro de masas, en la realidad actuante, en el día a día; ser los primeros en la lucha política, los primeros en la acción hacia las masas. No limitarse a cumplir las tareas, proponer nuevas tareas, nuevas políticas, pensar y pensar en qué le hace falta a la organización, qué debemos corregir, cuáles deben ser los siguientes pasos a dar, y sobre todo camaradas, en darlos. Ser vanguardia exige de nosotros ser estrategas, innovadores, autocríticos y muy desprendidos. No conformarse con una victoria, utilizarla para conseguir miles, ni amilanarse con la primera derrota, saberla recibir y corregir lo errado para no volver a ser derrotado. Ése es el cuadro, ésos los cuadros que requerimos.

En conclusión, este congreso debe movilizar a toda la militancia no sólo para que sea un evento exitoso ni pomposo, sino para que del clímax de este proceso surja el nuevo Partido que lleve al pueblo al gobierno y al Poder. Y para que su juventud, afianzada en el marxismo leninismo se prepare a tomar las riendas de la Revolución.

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