miércoles, 7 de octubre de 2009

MENSAJE CON OCASIÓN DEL 81 ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ – PATRIA ROJA

El Partido Comunista del Perú – Patria Roja – celebra este 7 de octubre, con entusiasmo y confianza, el 81 Aniversario de su fundación por José Carlos Mariátegui, el guía ideológico, político y moral de los trabajadores peruanos, el intelectual y revolucionario socialista, el prototipo del hombre nuevo que reclama el Perú de hoy.


La historia del Partido, desde sus orígenes, ha estado comprometida con las mejores causas del pueblo peruano y la Patria. Es conocida su lucha indesmayable con los trabajadores de la ciudad y el campo por sus derechos fundamentales, por la democracia popular, por la independencia y soberanía nacionales, por la justicia social, la descentralización del Estado y la economía. Miles de sus militantes y dirigentes fueron perseguidos, encarcelados o asesinados por defender estas ideas y adherir al socialismo.


Con el capitalismo neoliberal ha crecido la riqueza para pocos y la pobreza para las mayorías. La educación está en ruinas y la salud postergada. La corrupción y la violencia social alcanzan límites inaceptables. El Estado se divorcia de la sociedad, el Congreso de la República simboliza la inutilidad y la vergüenza, mientras que el gobierno de García se compromete cada vez más con el autoritarismo, la prepotencia y la corrupción.


Lo que el Perú necesita con urgencia es un cambio de rumbo que permita construir una sociedad justa, pacífica, digna, solidaria, que devuelva el Perú a los peruanos, que acabe con el entreguismo de la derecha política y económica que regalan a las transnacionales nuestros recursos naturales y nuestro futuro.


Aspiramos a una patria para todos, y no para pocos privilegiados como hasta hoy. Queremos un país con desarrollo, industrialización, ciencia y tecnología, con educación y cultura de alto nivel. En otras palabras: una nueva república, una nueva Constitución, un proyecto de país para salir de la improvisación, un gobierno popular, patriótico, democrático, de regeneración moral, que lo realice.


Por eso la gran unidad para el gran cambio. Unidad en torno de un proyecto, no de un caudillo; de programa, no de repartijas; desde las masas, no burocrática. Unidad de las izquierdas, del nacionalismo y el progresismo, en torno de una plataforma común, sin temores cobardes ni estrechez sectaria.


Una patria nueva y superior es posible. Construyámosla juntos. En esta batalla estamos los hombres y mujeres comunistas herederos de Mariátegui, ajenos por completo al senderismo y al aventurerismo.


La derecha ya no puede ofrecer otra cosa que demagogia y desgracias, mentiras y corruptelas. El pueblo organizado, consciente y movilizado, con la izquierda y el cambio, podemos abrir las puertas de un Perú nuevo en un mundo nuevo.


¡Viva el socialismo!


¡Viva el Partido Comunista del Perú - Patria Roja!


¡Viva el Perú!


Comité Central del Partido Comunista del Perú - Patria Roja
La decisión de Susel
Por Santiago Mayta


No acostumbramos a inmiscuirnos en los problemas internos de otras organizaciones, pero la carta pública de Susel Paredes (ex Secretaria General del PS), donde alude directamente a nuestro Partido y sus principios, nos obliga a hacer algunas observaciones puntuales.
Dice Susel en su carta de renuncia, justificando, entre otras razones, su decisión tomada:

“Tenemos pues por delante el reto de diseñar y construir un nuevo instrumento político para el cambio en el país, que no sea un remedo de la Izquierda Unida de ayer repitiendo sus propuestas y dirigencias, y que partiendo de nuestra realidad, incorpore los aprendizajes que nos dejan la experiencia del Partido de los Trabajadores de Brasil y del Movimiento Al Socialismo de Bolivia, que asuma nuevas formas de relación con el movimiento social y con los movimientos regionales y locales.
Frente a este reto, la invocación a la unidad y al marxismo no puede ser aceptada como razón para mantenernos atados a una estrategia que hace del Partido Comunista y de Patria Roja nuestros eternos aliados estratégicos, por más que quede claro que no tienen la menor intención de renovarse ni ideológicamente, ni programáticamente, ni políticamente, ni éticamente.”

Repitiendo así y haciendo suya la argumentación central de los ideólogos del neoliberalismo que decretaron la obsolescencia y muerte del marxismo, calificando de dinosaurios a quienes persistían en el socialismo y en la vigencia de los partidos comunistas y proletarios. Porque en la carta de Susel no se habla para nada del socialismo, de su actualidad, de su necesidad como alternativa a los graves problemas ocasionados por el capitalismo.

Se critica al modelo neoliberal sin salirse de los linderos del capitalismo, por ello afirma que la crisis actual ha mostrado las “debilidades”(?) del modelo neoliberal, pero obvia que en el fondo y ante todo se trata de una crisis del capitalismo, y que por su magnitud, al abarcar simultáneamente crisis alimentaria, energética, medioambiental moral y de valores, ha puesto en evidencia la crisis de la civilización que el sistema ha levantado. Al no realizar un cuestionamiento de fondo al capitalismo, no ve la necesidad de asumir al socialismo como alternativa; en consecuencia su programa “renovado” se agota en reformas al sistema vigente.

La señora Susel, pretendiendo ser abanderada de la “renovación”, repudia los esfuerzos unitarios con los partidos vertebrales de la izquierda peruana, a quienes acusa de autoritarios y permanecer estancados. (En su momento Fujimori usó los términos “partidocracia” y “partidos tradicionales”) para descalificar a las organizaciones políticas y presentarse como un personaje que encarnaba el cambio y una nueva forma de hacer política. Esta palabra, “renovación”, hoy tan de moda, tiene diversas connotaciones y consecuencias, según el sector que la asuma.

Como vemos, para Susel Paredes, “renovación” significa en términos ideológicos renunciar al marxismo como método y como concepción del mundo; en términos políticos, renunciar al socialismo para promover únicamente reformas al sistema capitalista imperante; en términos de estructura política, renunciar al partido de clase para optar por el partido-movimiento, cuestionar el principio fundamental de organización de los partidos proletarios, -el centralismo democrático-, para promover la libertad de corrientes y grupos dentro del partido, las relaciones horizontales, tomando como pretexto “una verdadera descentralización de las decisiones y de la generación de condiciones para nuevos poderes regionales capaces de asumir la gestión del desarrollo de sus territorios y de apostar por una efectiva democracia participativa”

Que la señora Susel haya decidido renunciar a la izquierda neta, socialista, para correrse al “centro” o “centroizquierda” es problema suyo y está en todo su derecho de hacerlo; a lo que no tiene derecho es a disfrazar este traspaso con un ropaje supuestamente “renovador”, atacando a otras organizaciones de izquierda por el solo hecho de no comulgar con su nuevo catecismo.

Que la novísimas tesis de Susel no tienen nada de nuevo, basta revisar la polémica de Lenin con los voceros de la II Internacional. Hoy como entonces el problema de fondo es la apuesta sin ambages del socialismo y el carácter de clase del partido junto a sus principios fundamentales de organización. Sobre estos aspectos se han centrado siempre las baterías de la reacción y de las corrientes pequeñoburguesas que en su momento se refugiaron en bajo las banderas de la socialdemocracia.

Estos son también los planteamientos de los promotores de “Tierra y Libertad”, la opción que Susel ve como alternativa, en su mayoría compuesta por personajes que han recorrido las diversas tiendas de izquierda y que hoy se reciclan con un lenguaje alambicado, buscando engrosar sus filas en base al entrismo, la política de sembrar desconfianza entre los militantes de los partidos de izquierda, tratando de separarlos de sus dirigentes para facilitar el divisionismo en que están empeñados. Y a esta manera profundamente deshonesta de hacer política la llaman “renovación ética”.

Pero además pretenden hacer pasar otro contrabando mayor: presentarse como los grandes campeones de la unidad del pueblo peruano. Señala Susel la necesidad de incorporar a otros espacios sociales, regionales y descentralistas, pero curiosamente se niega a integrarse a la Coordinadora Política y Social (CPS), a la Asamblea Nacional de los Pueblos (ANP), o al Frente Nacional por la Vida y la Soberanía (FRENVIDAS), por el solo hecho que en esos espacios están los comunistas de Patria Roja. También le hace ascos a la unidad política de la izquierda con el Partido Nacionalista, porque además de los comunistas está Ollanta Humala, a quien acusan de autoritario y violador de los derechos humanos, entre otras cosas.

Sin querer queriendo su política excluyente se da la mano con el macartismo, el anticomunismo, la campaña de demolición de Ollanta Humala puesta en marcha por la derecha cavernaria, cuya estrategia apunta a presentar a los comunistas como los apestados con quien nadie debe unirse, promoviendo bloquear la unidad que se viene forjando con vistas a los procesos electorales en ciernes. Lo que no dice Susel es que está trabajando por la unidad de los sectores de “centro” debilitando a las opciones nacionalistas y de izquierda, y que a ese paso no descarta ir tras las banderas “renovadoras” del toledismo.

Para nosotros la renovación es un proceso inseparable de la continuidad. Nos renovamos para continuar con nuestro proyecto histórico, el Socialismo, asumiendo con Mariátegui que el dilema de nuestra época sigue siendo socialismo o capitalismo. También nos preocuparnos de renovar permanentemente nuestra organización, sin que ello quiera decir renunciar a su carácter de clase, ni a sus principios fundamentales.

Renovarse está bien, es un proceso necesario y permanente que nos dicta la realidad objetiva, pero no a costa de convertirnos en lo contrario a lo que somos, a perder nuestra naturaleza y razón de ser. Hemos sido uno de los partidos que con mayor profundidad hemos analizado el camino recorrido y las experiencias de Izquierda Unida, y lo hemos hecho desde una postura crítica y autocrítica. Hemos señalado la estrechez de miras, el sectarismo, el burocratismo, el falso criterio de la hegemonía, en la creencia que esta consiste en el copamiento de cargos y que conduce a métodos sectarios, el cuoteo, las negociaciones a espaldas de las bases, las correlaciones para obtener mayorías artificiales, como grandes males que hay que corregir y superar.
También hemos advertido la necesidad de actualizar la propuesta programática de la izquierda, que a nuestro juicio se sintetiza en tres grandes ejes: Nueva Constitución, Nueva República y Proyecto Nacional para el siglo XXI; hemos señalado que en la actualidad es necesario y posible abrir un nuevo tumbo al Perú mediante la lucha política electoral, acompañada de la acción de los grandes movimientos sociales, y que para lograrlo se requiere la gran unidad de todas las fuerzas que se oponen al neoliberalismo y que aspiran a grandes cambios de fondo para el país.

Pero también hemos señalado que para nosotros este es un proceso que no se gota en sí mismo, sino que lo asumimos como parte de nuestra lucha por el socialismo, como una vía de aproximación a ese gran horizonte. Acorde con todo ello también sostenemos que se requiere de una nueva cultura política, la necesidad de tramontar los valores del neoliberalismo y de la vieja politiquería criolla, y asumir con firmeza la propuesta del Amauta, para quien ética y política son inseparables, y que la política se dignifica cuando es revolucionaria.

Pero, como hemos visto, para Susel esto no es renovación. Lo sería si dejáramos de ser comunistas y si nos volveríamos renegados del marxismo y del socialismo. Pero como no haremos ni lo uno ni lo otro, seguiremos siendo la fuente de sus pesadillas.